Ya está aquí, pensé, fiel a su cita. Y le di la bienvenida, serena, con una sonrisa.
Es ese aroma de meridiano mediterráneo que entra en mi cuerpo y se queda anclado día a día durante todo el mes de abril.
Me dispongo a retenerlo con tu luz amarilla que salpicará las horas, mi pulso y mi ánimo. Permaneceré envuelta y saturada de su néctar.
El cabello y la piel dejarán estela cuando me mueva.
Mis ansias de ti gotearán perfume y una lágrima de sal y azahar rodará por las comisuras de un deseo sin esperanza.
Tras una nueva derrota nocturna tomo un ramillete de amargo azahar y hago que la primavera inunde mi casa.
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