La sierra de Irta baja amablemente entre olores de pinos y vegetación mediterránea a encontrarse con el mar en pequeñas calas hechas para solaz del que camina por ella.
El contraste entre la costa no edificada, virgen, y la península de Peñíscola a lo lejos, promontorio abarrotado de casas blancas y elevado sobre el mar, como un buque surcando las aguas… es tan extraordinario, y extremado, tan atípico y fuera del tiempo, que la retina satisface su curiosidad, un tanto increíble, mirando el camino, ¡Ay, el imprescindible y bienaventurado camino en solitario!... Ítaca a lo lejos'
Tenía un deseo. Ayer noche se cumplió.
Dormí en Cala Argilaga, bajo un cielo de luna menguante y envuelta por el suave rumor de las olas.
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