El olor maduro de las naranjas en los campos,
el perfume del pino aislado y centenario que me acoge metros antes de que mi vista alcance a verlo,
la brisa marina desde los puentes,
la serenidad del mar de invierno
y el amarillo intenso de la flor silvestre que vive hibernando bajo los naranjos,
pedalean y serpentean hoy por los caminos de huerta junto a los recuerdos de "La caseta del secà", junto al cerezo y los almendros, los naranjos y cada árbol frutal plantado con cariño, junto a mis abuelos, a la infancia de mis hijos y a la mía propia.
Y me acompañan también estas sugerentes palabras: hanami, Jerte.
¡Primavera a las puertas!
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