jueves, 25 de octubre de 2012

Sin ella, jamás habrías partido


Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar  bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades de Egipto
para aprender y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado;
y así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.


Ítaca

Constantino Cavafis


Ítaca es la voz que incita a salir, a continuar, volver o marchar. Arrastra en su llamada cambios,  agitación, movimiento, desestabilidad, cadencia, vibración... Es ponerse en camino.
Es ruta y es horizonte.




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sábado, 13 de octubre de 2012





"...donde la tarde tiene pasos de hojarasca..."

Luís García Montero


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martes, 9 de octubre de 2012

Dulce jacinto azul






Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.


Poema VI

Veinte poemas de amor y una canción desesperada

 

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lunes, 1 de octubre de 2012

Paraíso


Ayer llegué del paraíso.
Existe un pedacito de edén a dos horas de casa. Acercarse a aquel rincón es abrir una puerta deseada, largo tiempo añorada. Abrir y entrar lleva implícitas ¡tantas cosas buenas!
Es un lugar recóndito, íntimo, idílico, casi inexpugnable, donde reinan el silencio y la soledad, el murmullo del río y las cabras. Allí me siento completa y feliz porque siento que los días de antes fueron ayer; no existe pasado y los días de mañana, aunque llegarán irremediablemente ¡ya vendrán!, no existe futuro.
Hoy es el paraíso. ¡Presente!
La pureza del aire,  la primera luz del alba y la última de la tarde, la luna redonda, enorme y blanca, las tormentas, las nubes y las estrellas, señorean sus cielos.
Allí  la grata compañía, las risas, la buena comida, el calor de la lumbre, el frescor en el alma, el mirar a lo alto y descubrirse,...  forman parte de su magneficencia.
Largas o cortas caminatas, un descenso por el río de aguas esmeralda, un baño reparador, la quietud que te hace ser río, piedra, rama, hoja, viento, nube... ¡Qué importa lo que hagas, si todo es mágico!

Su rey grita a pleno pulmón: "¡Esto es mío!" y su voz  retumba en los montes. Todo es suyo y de sus vasallos.
¡Salud y larga vida al rey!
 
 

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