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lunes, 1 de octubre de 2012

Paraíso


Ayer llegué del paraíso.
Existe un pedacito de edén a dos horas de casa. Acercarse a aquel rincón es abrir una puerta deseada, largo tiempo añorada. Abrir y entrar lleva implícitas ¡tantas cosas buenas!
Es un lugar recóndito, íntimo, idílico, casi inexpugnable, donde reinan el silencio y la soledad, el murmullo del río y las cabras. Allí me siento completa y feliz porque siento que los días de antes fueron ayer; no existe pasado y los días de mañana, aunque llegarán irremediablemente ¡ya vendrán!, no existe futuro.
Hoy es el paraíso. ¡Presente!
La pureza del aire,  la primera luz del alba y la última de la tarde, la luna redonda, enorme y blanca, las tormentas, las nubes y las estrellas, señorean sus cielos.
Allí  la grata compañía, las risas, la buena comida, el calor de la lumbre, el frescor en el alma, el mirar a lo alto y descubrirse,...  forman parte de su magneficencia.
Largas o cortas caminatas, un descenso por el río de aguas esmeralda, un baño reparador, la quietud que te hace ser río, piedra, rama, hoja, viento, nube... ¡Qué importa lo que hagas, si todo es mágico!

Su rey grita a pleno pulmón: "¡Esto es mío!" y su voz  retumba en los montes. Todo es suyo y de sus vasallos.
¡Salud y larga vida al rey!
 
 

***
 
 

sábado, 22 de septiembre de 2012

Cuando calienta el sol


Hoy digo adiós al verano con esa laxitud que provoca el tiempo de estío, como si aún quedasen largos días hasta la llegada del otoño. Tumbada en la arena me llega una música, una letra, que guarda una década  cubierta de juegos y olores, anclados ¡tan vivos! a mi corazón infantil.

Si cierro los ojos aparece ante mí nuestra casa familiar, encalada y luciente "La Boveta", en medio de los viñedos que se volcaban al mar.
Escucho la voz armoniosa de mi madre y su peculiar forma de cambiar la letra de esta canción: "Cuando calienta el sol aquí en la playa, sólo me faltas tú...", y que a mí, aún hoy, tanto me gusta entonar, cuando percibo en la piel la llegada de esta estación tan luminosa. La voy siguiendo por aquel caminito de tierra que nos llevaba hasta la arena de la playa por las mañanas,  entre mis hermanos y mis primos que andaban  correteando, siempre con travesuras.
La llegada de mi padre y mis abuelos, los sábados en el seat 600, suponía cada semana un cambio, una fiesta.
¡Qué bien sabía la caballa, igual de gustosa que la sal y  el mar en la piel! O los granos,  casi transparentes, de la uva moscatel deshaciéndose en la boca con el dulzor de un caramelo mientras llegábamos hasta el borde mismo del agua.
A la derecha de  "la Boveta" estaba la imponente higuera que, con su sombra, nos preservaba del riguroso calor de julio y disponía nuestra vida diurna fuera de la casa.
¡Qué hermoso el riu-rau y su cañizo o el pozo blanco junto al lentisco!
Observo mis sandalias blancas caminando por el dificultoso empedrado en el interior de la oscura casona y gozo de los perezosos despertares en la parte alta, donde dormíamos apiñados, mientras la luz  se filtraba entre las ranuras de los ventanucos y nos llegaban, de abajo,  los sonidos de las mujeres de la casa poniendo a punto el día para nosotros.

Hoy, el sol sigue calentando mi cuerpo a orilla de la playa con esa misma placidez que en los años 60, imborrable en la memoria, tatuado en la piel. 

Esta es la banda sonora de los veranos de mi infancia en Denia.
 
 




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martes, 21 de agosto de 2012

Rishikesh


Aquí no es el apacible río de la planicie. El Ganges baja audaz y furioso, del mismo color café con leche que en la llanura. Con  fuerza arrolladora deja las últimas estribaciones del Himalaya.
Todavía  real y mundano aún no ha recogido las  innumerables ofrendas diarias que lo harán inhóspito y peligroso para la vida, sagrado y venerado para la muerte.





***


sábado, 18 de agosto de 2012

Uttar Pradesh: Varanasi

 
 




" Fue, simplemente, una silenciosa ceremonia de entrega. Una barca que derrama su carga. Un río que acepta la ofrenda. Una vida pequeñita"
 
“El dios de la pequeñas cosas”. Arundhati Roy

**
 


Al amanecer el Ganges se ha retirado diez metros en Assi Ghat,
dejando una amplia plataforma de lodo  donde se sitúan vendedoras de flores y sacerdotes.
 El brahmán realiza el ritual matutino a la madre Ganga
mientras la ciudad, bostezando, abre los ojos.


 
El espectáculo para una occidental está servido.
 
Es difícil abstraerse al acoso para que subas a una barca  desde donde ver la primera luz  del amanecer sobre la ciudad. Difícil dejarse ir con el río, cuando tus compañeras esperan al médico tras varios días con fiebre y sin comer. Difícil olvidar la presión constante para que sueltes rupias por todo.

Pero ahí delante está el río lechoso, de color café con leche, un impresionante lodazal contaminado corriendo sereno, dejándose ensuciar; demasiado honroso y sagrado para que, una memez como la carencia de oxígeno, le quite un ápice del puesto de honor que ocupa.
 
 
  

Los habitantes están bajando a su orilla;
se lavan y lavan sus enseres,
hacen sus abluciones, ritos y ofrendas,
 oran y veneran.
 



 Yo los contemplo sin entender, sin querer entender, con un  algo o un mucho de tristeza. Sólo miro y me dejo llevar con este río, paradójicamente, tan lleno de vida.

El tiempo, mi tiempo, hoy es Ganges, sin tacha, sin mancha, sin pecado, mientras amanece.  
 

 
 
 
***

 

viernes, 17 de agosto de 2012

Mantra diecisiete en Manikarnica




La muerte se sumerge en el río.
Es llevada hacia el Moshka en carreta y lienzo blanco o a hombros y en colores fuego, brillantemente, aún en cielo gris de monzón.
El Ganges no teme  la muerte;  la mira directamente a los ojos y le baña el rostro antes de  dejarla  arder en la pira para que suba hacia la eternidad.


Mantra diecisiete:


यह अस्थायी शरीर राख हो, और जीवन की हवा हवा की समग्रता के साथ विलय किया है. अब, भगवान, मेरे सभी बलिदान को याद करें, के लिए आप अंतिम लाभार्थी हैं, मैं आप के लिए किया है सब कुछ याद है.


vayur anilam amritam
athedam bhasmantam shariram
om krato smara kritam smara
krato smara kritam smara


  Que este cuerpo temporal sea reducido a cenizas,  y que el aire vital se funda con la totalidad del aire. Ahora, Señor, recuerda por favor todos mis sacrificios, porque tú eres el beneficiario último, por favor recuerda todo lo que he hecho para Ti.

Śrī Īśopaniṣad

 
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martes, 7 de agosto de 2012

Kurta




Pensé que te llamabas pasado.
Hoy me sorprende comprobar
que no es así como te llamas.
Eres presente hindú
vestido con mil kurtas diferentes.


***

 

domingo, 5 de agosto de 2012

Taj

 
 
 
La "Corona de Palacio" flota a lo lejos, irreal y vaporosa entre el cielo y la tierra. Detrás, el Yamuna le sirve de límite y horizonte eterno.
La mágica sensación me envuelve incluso antes de traspasar la Darwaza y sus versos del Corán,  como si aquella tumba de Mumtaz fuese la verdadera entrada al paraíso.


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viernes, 3 de agosto de 2012

Deseos

Que los nuevos colores enriquezcan la paleta con la que pintas tus sueños
y te acompañen siempre.
Que, al contemplar el sagrado paisaje, percibas
que lo sagrado del paisaje está en los ojos que lo contemplan.
Que las vidas de ese otro lugar remoto iluminen la tuya.
Ójalá que allá, tan lejos,
estés cerca
de ti.

P.A.

La enriquece una mirada de ojos  negros y profundos;  una suave brisa que me recorre, mientras contemplo la luna llena desde la haveli en Jaipur; un dedo anónimo,  infantil, que se desliza persiguiendo la piel de mi antebrazo, cuando intento avanzar , sin ser atropellada, por la ciudad estridente y agobiante...
 

***




lunes, 2 de enero de 2012

Lisboa






         Lisboa no es la ciudad que conocimos en 1999. A su prosperidad se le ha añadido ese valor en alza de la globalización que la ha convertido en una ciudad más, cuyo centro  ha sido, desgraciadamente, absorbido por las imperiosas firmas comerciales.
 ¡Qué pena no reencontrar la vieja Lisboa! Aquella ciudad saturada de olores añejos, de desconchadas fachadas cargadas de historia y de vientos atlánticos, de hombres de boina y mujeres de luto, de ese sabor antiguo que respiraban sus calles, sus plazas, sus iglesias, sus comercios y sus gentes cuando las ciudades españolas ya  los habían perdido; de todo aquello que le daba personalidad y la hacía única. ¿Te acuerdas? Cuando la vimos por vez primera, ¡Aquella ciudad detenida en los años sesenta! Luché para romper tus miedos y te arrastré a caminarla. 
 Desfogué con ella aquel primer fuego que me  ardía dentro como su poderoso río desdeña el presente frente a un pasado glorioso de conquista, aventura y riquezas a golpe de remo y  pasión humana. 
Su cara limpia ha perdido encanto. Hay que merodear en sus aledaños para encontrar el aire y las esencias del fado. Sin posibilidad de acercarmiento a los barrios viejos, no he encontrado el rastro que busco cuando me acerco a un lugar. 
Mi vida también ha cambiado. Pero al contrario de lo que le sucede a  esta ciudad,  con el paso de los años,  afloran de nuevo viejas inquietudes en mi fachada y me confieren una imagen especial y única. Es un agradable reencuentro. 
Ando la ciudad, mis pasos miran atrás sin "saudade", no hay tristeza ni soledad, son  no-dolentes y de una ligereza "nova e bela"; los ojos descansan en un atardecer en el que el sol es sepultado en  horizonte atlántico y deslizo en las aúreas aguas del Tejo, deseos para mi gente... un buen  viaje, el de 2012.

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jueves, 10 de noviembre de 2011

Les troyens





Ejercito el olvido.

Dejo marchar el amor antes de haberlo poseído.
Un sueño, una quimera, lo que pudo haber sido y no fue.


Estás ligado a este dueto entre Dido, reina de Cartago y Eneas, héroe de Troya. Ligado para siempre. Porque este otoño mi música eres tú. Porque la primera vez que escuché “Nuit d’ivresse” fue una noche templada de octubre, cuando extrañaba tu compañía hecha de palabras y de halagadora voz.

Una música profunda que me fue cantada cuando nuestro anhelo aún era el mismo y rompía barreras de distancia y de tiempo. Cuando no existía pasado ni futuro sino presente, reposando unos segundos, en medio de tu noche y de mi noche. Cuando se confundían los deseos de ambos con una realidad intemporal. Todo lo nuestro hecho de oscuridad, soledad, silencios, palabras, suspiros, ilusiones, sonrisas y un mirarse a través de los velos que nos separaban.

Despierta, en sueños, te soñaba..

Me abandonas para seguir tu camino hacia el destino que te fue marcado, la augurada Italia.

Y ahora he de decirte adiós, como Dido, sin querer desprenderme de ti. Pero yo no tomaré venganza eterna. No has sido digno de mí, a pesar de tus gestas.

Tu reino no es Cartago.

Y como Reina, silencio mi voz y ato mis manos para que no corran a tu encuentro.
El hilo que me une a ti se desata suavemente y desaparecerás en la nebulosa de mi vida sin haber brillado.

"Les troyens"
 
Berlioz


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domingo, 30 de octubre de 2011

Sueño


Esta noche mis sueños se han poblado de palabras escritas. Palabras claras, arriesgadas, algunas ardientes, otras livianas. Han manchado de tinta negra mis ojos cerrados. Han conseguido doblegar las horas a su  peculiar declaración. Y  yo, sin voluntad, las repetía, como una letanía, una y otra vez.





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sábado, 22 de octubre de 2011

Remembrance


“Entonces él la besó. Posó sus labios en los suyos tan de improviso que ella se quedó sin habla, porque ese gesto de acercamiento e intimidad, chocó con la conversación convencional que mantenían en ese momento y que para nada hacia predecible un gesto como aquel.
Fue espontáneo,  dulce, cálido, reposado, fugaz y comedido, como si el descansar unos labios sobre  los otros fuese la consecuencia lógica entre él y ella, una prolongación evidente, lo más natural entre los dos.
Dos personas desconocidas que ignoraban todo, la una de la otra, hasta hacía escasamente una hora.

Lo extraño fue despegarse de su tacto y de su sabor a café con leche”


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lunes, 17 de octubre de 2011

Tu intermezzo








Con los primeros compases un impulso me sacude el pecho, involuntariamente dos lágrimas caen … abandono el libro que estoy leyendo...

Mis ojos se posan en mi cuerpo tumbado. Mi cuerpo dorado por el sol y el mar sobre la cama y frente a la ventana. Desde allí  diviso el tamarindo meciéndose con la suave brisa de poniente, el verde alimonado de los pinos, las colinas pobladas de pinos mediterráneos y el mar que, salpicado de minúsculas velas blancas, se desliza reposado allá a lo lejos, en su último extremo  y lucha una batalla con el azul del cielo para intensificarse.

Un bienestar me recorre y apareces tú en la línea del horizonte.

Recuerdo tus palabras, la cadencia de tu voz...

Los días de estío llevan tu nombre hilvanado en la orilla de su vestido. Tu deseo escrito en las calmadas y embriagantes noches cuando mi deseo sale a cabalgar…y veo tu mano recorriendo mi cuerpo, tu aliento inspirado con delirio se desliza mezclándose con la brisa tonal de la tarde. Toco tu maravilloso pelo del color de la luna, tan sedoso…

Yo siento, yo contemplo, yo…soy.

Y me sigo envolviendo con Massenet,  con una pizca de nostalgia y un rumor de melancolía.

Ha comenzado la ausencia.

*

¡Hace de esto tanto tiempo!¡Hace tanto que lo escribí!


**


Meditación. Thais.


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sábado, 27 de agosto de 2011

Al otro lado del río






Y salimos al camino.
¡Cuántos fueron los ríos que encontramos a nuestro paso! Fueron muchos. Algunos los vadeamos, otros los cruzamos por magníficos puentes romanos o medievales. Otros nos ofrecieron su ribera, un momento, para descansar. En otros disfrutamos de un baño reparador  ¡Qué alivio refrescar los pies en sus cristalinas aguas! ¡Y oír el rumor del agua entre las piedras! ¡O escuchar lo que  susurra el río al alma!
Recuerdo un río en especial. Sé que ya has adivinado cuál es. El río Lima.
El "pequeño" Lima  que aplacó mi cansancio en la mañana. El "inmenso y acogedor" Lima al atardecer. Las dos  pensamos lo mismo, que era un momento grande, demasiado hermoso para olvidar. Cómo dramatizabas de bien mi anécdota con el río a todo aquel peregrino  que encontrábamos en el camino. Y yo siempre sonreía. Y lo haré siempre, cada vez que  me refresques la memoria como las aguas del Lima me refrescaron los pies, el cuerpo entero y el alma. Y fue gracias a ti, que  insististe y quisiste compartir aquel baño, que llegué al albergue nueva. 

Los dos protagonistas de "Diarios de  motocicleta" recorren el camino en ciclomotor. Nosotras, las protagonistas de nuestro diario personal, andamos esos días con nuestros enseres a cuestas.

Cada una trazó su mapa, saliendo de mares distintos y opuestos de nuestra geografía. Una, de orillas del Mediterráneo; la  otra,  de orillas del Atlántico.
En el camino nos esperaban amaneceres y atardeceres, sol y lluvia, cuestas y llanos, ciudades y campos, emparrados de uva y maizales, castaños  y eucaliptos, cansancio y descanso,  lágrimas y risas, soledad y compañía...
 
Allí, en Sâo Pedro de Rates,  a la sombra de su imponente  iglesia románica, nos vimos por primera vez. Era una tarde de mediados de agosto y caía un sol abrasador.

Hicimos camino juntas, hermosa peregrina, aunque ninguna de las dos pretendió en  ningún momento que así fuera. El camino nos daba a cada momento lo que necesitábamos. Y nos dio la una a la otra, sin más. Podemos afirmar contundentemente que el camino se encargó de reunirnos.
Nuestros pasos nos llevaban por las mismas veredas aunque  a ritmos distintos. Cuando nos tropezamos en aquella escalera de Valença que daba al Minho, supimos que estábamos condenadas irremediablemente a llegar juntas a Santiago. Y ya no nos separamos más.  A veces era yo la que llevaba " tu remo en el mío", otras veces eras tú la que llevabas los remos de las dos. 
Creo que podemos afirmar que "hemos visto una luz al otro lado del río".


Fue una lección de vida lo que aprendimos.

El camino sigue delante de nosotras, con las manos abiertas, dispuesto a que lo recorramos y a ofrecernos lo que ya hemos saboreado en primicia.

Así pues, querida Valéria, rema y sonríe.

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lunes, 8 de agosto de 2011

Buscando mirarse en el Douro


Llegando de la metropolitana Londres, esta ciudad a orillas de Douro me recibe con un extraño silencio, roto por  graznidos de gaviotas. 

Dos ciudades atlánticas, dos grandes ríos. Pero la llana y cosmopolita Londres, limpia y educada, con sus 12 millones de habitantes, poco tiene que ver con esta ciudad provinciana de menos de 250 mil. 

Aquella se pasea, ésta se escala. 
Tras un mes con cadencia anglosajona mi oído no se acostumbra a tanta vocal abierta, fuerte acento y  tono inperioso. Sin embargo, a Oporto portuaria, desconchada y vetusta la entiendo más mía y la tomo frugal y ligera como he llegado a ella. Sueñan sus calles pasado pujante, glorioso, sueño yo un "después" entre sus empedrados.
Oporto, con miles de  abigarrados ojos  naif,  vive mirándose en las verdes aguas del Douro y sus fachadas ceramistas siguen  compitiendo con el azul profundo del océano.

Me gustan las perspectivas de esta ciudad, sus casas, el traquetreo de los tranvias  de madera, las ancianas de negro de la cabeza a los pies, la ropa tendida en sus empinadas callejuelas, la devoción que  se emana  en sus iglesias barrocas y en la forma tradicional de enterrar a sus muertos (una pequeña capilla abierta domingo tarde con un féretro cubierto de flores  y unas cuantas mujeres llorosas), un buen vaso de Oporto, unas tripas a moda do Porto, las campanulas azules que extienden su manto apoderándose de la ciudad si las dejan, los barcos surcando el río, los eventuales pescadores y los niños nadando, la música de esta ciudad, mis pasos...

Este año se me niega un verano de sol y mar. Este año persigo una constante, lluviosa, fresca y verde primavera.

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viernes, 15 de julio de 2011

Ophelia's dead


When I knew that I would come to London this summer, any moment  I didn't  think, that I would see  monuments, its famous streets, markets, parks or landmarks.

I only thought of one thing...that I could visit to Tate Britain and see the interesting painting that Millais painted in the midle of the 19th century, based on a drama, "Hamlet" by William Shakespeare.

"Ophelia"  is waiting for me.





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martes, 21 de junio de 2011

Cruce


Me he cruzado con él esta mañana. Desde lejos compruebo que  me percibe como antaño. Con un gesto casi imperceptible en los ojos o en las manos nos entendemos. No hacen falta palabras entre él y yo. Nunca han hecho falta palabras. Ni ahora ni cuando se cogía de mi baby en el patio del colegio. Hace de esto mucho tiempo. Creamos un puente  de color azul como sus ojos, que no se rompe con el paso de los años.
Sigo mi camino sonriendo complacida.

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lunes, 30 de mayo de 2011

Luces


Abro el libro de Marzal. Primer poema.
Lo recito.
Hoy no me produce desazón e inquietud.
Simplemente me detengo
en las luces  de la noche de  afuera
y en las de mi noche de adentro.
Me resbalo, asombrada, por mi voz hasta acabarlo.




"Cálculos infinitesimales"

La luz de esas estrellas ya ha ocurrido.
En una lejanía inapropiada
para nuestra penosa sensatez,
ya han muerto las estrellas que miramos.
Millones de millones de años luz,
agujeros del tiempo inconcebibles,
la confabulación de la energía,
más allá de cuanto nos resulta soportable,
en una aterradora fiesta sin nosotros.
Todo el escrupuloso asombro de la ciencia
parece que conduce hasta este asombro
con que contempla el cielo un ignorante.
Según nos dicen, hay que seguir viviendo
cercados de preguntas sin respuestas.
Nuestras lentes exploran las galaxias
y nuestra pequeñez sólo es tangible
en el inmaculado abismo de los números,
en el sagrado horror
de cálculos infinitesimales.

¿Hacia dónde conducen estas cavilaciones
de aturdido astrofísico? Estas cavilaciones
no conducen. Estas cavilaciones ya han estado,
ya han sido desde mí en otro yo que ha muerto
en la distancia. Todo lo que refulge es luz marchita.
Ser es un fui que un no soy yo contempla
desconcertado desde un planeta ajeno.
La Historia y el futuro han sido para siempre
y acosan desde lejos, ya ocurridos.
La vida es la nostalgia incorregible
de habitar un rincón del firmamento
que sólo se ha erigido en el pasado
y cuyo planisferio hemos perdido.

Así que cuando te amo ya te he amado.
El dolor que te causo y que me causas
es un dolor tan viejo que no duele,
aunque puedas pensar que está doliéndonos,
y ese fuego eucarístico en el que me consumo
es un simple capricho de las cronologías,
un voluntario error de apreciación
con respecto al pasmoso suceder de las cosas.
Nuestra felicidad ya no nos pertenece,
vivimos de prestado en lontananza,
que es el inconcebible tiempo de las constelaciones.
La perpetua ordalía de tu cuerpo
es el altar de una ciudad hundida
en donde los ahogados de mí mismo
aún mantienen un culto que ha perdido a sus fieles.
El temblor de quererte, el estremecimiento
de coincidir contigo en esta nada
quizá es una ilusión de mi memoria astral.

Y el caso es que no importa.
No importa que no podamos ser, porque hemos sido;
no importa que en ti no pueda estar, porque ya estuve,
no importa si lo que ya ha acabado nunca nace.
Me incumbe la conciencia del álgebra celeste
y en lugar de alejarme de ti los números me acercan.
No puedo comprender esas distancias
y aunque las comprendiera no las vivo.
Hay una plenitud crepuscular
en la conspiración del universo
para que no nos encontremos tú y yo.
Ya no concibo una embriaguez más grande
que ese convencimiento con que irradias
la falsa luz de las estrellas muertas.

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lunes, 2 de mayo de 2011

Peregrina


En la subida a S. Joan sobraron gentes y voces vacuas. Los senderos y los peregrinos, envueltos en niebla, demandaban, a gritos, un silencio sonoro de montes, de toques espaciados de campanas, de cantos ancestrales, de relinchos de caballo y de lluvia.

En la bajada a Les Useres, al día siguiente, desaparece el tiempo y este siglo. Discurres por edad incierta y reconoces a través de los trece peregrinos y sus rituales un sentido profundo y distinto de entender la vida.
En esas horas no existe  nada más que el camino y el contacto visual con trece episodios de tu vida y trece peticiones tuyas recortándose contra el cielo, arriba en las lomas.

Al dejarles, cuando  está cayendo la noche, vuelas al pueblo con  garra y fuerza, con tesón y valor, dolorida, y agotada,  agradecida, despojada, emocionada... porque has conseguido equilibrar la dureza del camino y la fuerza interior  que marca tus  pasos.



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sábado, 2 de abril de 2011

Sal y azahar




     Tras las primeras luces y enhebrado al último día de marzo llegó en medio del barullo infantil. Se acercó con paso seguro, sigiloso, delicado, con su porte elegante.
Ya está aquí, pensé, fiel a su cita. Y le di la bienvenida, serena, con una sonrisa.
Es ese aroma de meridiano mediterráneo que entra en mi cuerpo y se queda anclado día a día durante todo el mes de abril.

Me dispongo a retenerlo con tu luz amarilla que salpicará las horas, mi pulso y mi ánimo. Permaneceré envuelta y saturada de su néctar.
El cabello y la piel dejarán estela cuando me mueva.
Mis ansias de ti gotearán perfume y una lágrima de sal y azahar rodará por las comisuras de un deseo sin esperanza.

Tras una nueva derrota nocturna tomo un ramillete de amargo azahar y hago que la primavera inunde mi casa.


***