sábado, 22 de octubre de 2011

Remembrance


“Entonces él la besó. Posó sus labios en los suyos tan de improviso que ella se quedó sin habla, porque ese gesto de acercamiento e intimidad, chocó con la conversación convencional que mantenían en ese momento y que para nada hacia predecible un gesto como aquel.
Fue espontáneo,  dulce, cálido, reposado, fugaz y comedido, como si el descansar unos labios sobre  los otros fuese la consecuencia lógica entre él y ella, una prolongación evidente, lo más natural entre los dos.
Dos personas desconocidas que ignoraban todo, la una de la otra, hasta hacía escasamente una hora.

Lo extraño fue despegarse de su tacto y de su sabor a café con leche”


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