lunes, 17 de octubre de 2011

Tu intermezzo








Con los primeros compases un impulso me sacude el pecho, involuntariamente dos lágrimas caen … abandono el libro que estoy leyendo...

Mis ojos se posan en mi cuerpo tumbado. Mi cuerpo dorado por el sol y el mar sobre la cama y frente a la ventana. Desde allí  diviso el tamarindo meciéndose con la suave brisa de poniente, el verde alimonado de los pinos, las colinas pobladas de pinos mediterráneos y el mar que, salpicado de minúsculas velas blancas, se desliza reposado allá a lo lejos, en su último extremo  y lucha una batalla con el azul del cielo para intensificarse.

Un bienestar me recorre y apareces tú en la línea del horizonte.

Recuerdo tus palabras, la cadencia de tu voz...

Los días de estío llevan tu nombre hilvanado en la orilla de su vestido. Tu deseo escrito en las calmadas y embriagantes noches cuando mi deseo sale a cabalgar…y veo tu mano recorriendo mi cuerpo, tu aliento inspirado con delirio se desliza mezclándose con la brisa tonal de la tarde. Toco tu maravilloso pelo del color de la luna, tan sedoso…

Yo siento, yo contemplo, yo…soy.

Y me sigo envolviendo con Massenet,  con una pizca de nostalgia y un rumor de melancolía.

Ha comenzado la ausencia.

*

¡Hace de esto tanto tiempo!¡Hace tanto que lo escribí!


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Meditación. Thais.


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