miércoles, 19 de octubre de 2011

El cielo protector






-La puesta de sol es una hora tan triste- dijo ella de pronto.
- Cuando considero el final de un día, de cualquier día, siempre tengo la impresión de que es el final de toda una época. ¡Y el otoño! Podría ser el final de todo -dijo Port-.  Por eso detesto los países fríos y me gustan los cálidos, donde no hay invierno, y cuando llega la noche sientes que la vida comienza en lugar de terminar. ¿No te parece?

-Si. Pero no estoy segura de preferir los paises cálidos. No estoy segura de que no sea un error escapar a la noche y al invierno y de que si lo haces no tengas que pagarlo de alguna manera.

-¡Oh, Kit! Estás loca.

 ...le  entrestecía comprobar que, a pesar de tener tan a menudo las mismas reacciones, las mismas sensaciones, nunca llegaban a las mismas conclusiones, porque sus respectivas metas en la vida eran diametralmente opuestas.

Se sentaron en las rocas, uno junto al otro, frente a la inmensidad. Kit enlazó su brazo al de Port y apoyó la cabeza en su hombro. El miraba hacia delante; despues suspiró y, finalmente, sacudió  lentamente la cabeza.
Lugares como éstos, momentos como éste eran los que Port mas amaba en la vida; Kit lo sabía y sabía también que los amaba mas si ella estaba presente para compartirlos.  Y aunque tenía conciencia de que los verdaderos silencios y en los espacios vacíos que conmovían el alma de Port la aterraban, el no podía soportar que se lo recordaran.  Era como si en el  hubiera la esperanza siempre renovada de que sería sensible como el a la soledad y la cercanía de las cosas infinitas. Se lo había dicho muchas veces: "Es tu última esperanza" y Kit nunca estaba segura de lo que quería decir. A veces pensaba que Port se refería a su propia esperanza, únicamente si ella era capaz de llegar a ser como era él, el encontraria el camino de vuelta al amor, porque para Port amar significaba amarla a ella. ¡Y hacía tanto tiempo ya que habia desaparecido el amor, toda posibilidad de amor!

...

-Sabes -dijo Port, y su voz sonó irreal, como ocurre después de una larga pausa en un lugar perfectamente silencioso-, el cielo aquí es muy extraño. A veces, cuando lo miro, tengo la sensación de que es algo sólido, allá arriba, que nos protege de lo que hay detrás.

Kit se estremeció ligeramente.

-¿De lo que hay detrás?

-Sí.

-¿Pero qué hay detrás? -preguntó Kit con un hilo de voz.

- Nada, supongo. Solamente oscuridad. La noche absoluta.



***