sábado, 18 de agosto de 2012

Uttar Pradesh: Varanasi

 
 




" Fue, simplemente, una silenciosa ceremonia de entrega. Una barca que derrama su carga. Un río que acepta la ofrenda. Una vida pequeñita"
 
“El dios de la pequeñas cosas”. Arundhati Roy

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Al amanecer el Ganges se ha retirado diez metros en Assi Ghat,
dejando una amplia plataforma de lodo  donde se sitúan vendedoras de flores y sacerdotes.
 El brahmán realiza el ritual matutino a la madre Ganga
mientras la ciudad, bostezando, abre los ojos.


 
El espectáculo para una occidental está servido.
 
Es difícil abstraerse al acoso para que subas a una barca  desde donde ver la primera luz  del amanecer sobre la ciudad. Difícil dejarse ir con el río, cuando tus compañeras esperan al médico tras varios días con fiebre y sin comer. Difícil olvidar la presión constante para que sueltes rupias por todo.

Pero ahí delante está el río lechoso, de color café con leche, un impresionante lodazal contaminado corriendo sereno, dejándose ensuciar; demasiado honroso y sagrado para que, una memez como la carencia de oxígeno, le quite un ápice del puesto de honor que ocupa.
 
 
  

Los habitantes están bajando a su orilla;
se lavan y lavan sus enseres,
hacen sus abluciones, ritos y ofrendas,
 oran y veneran.
 



 Yo los contemplo sin entender, sin querer entender, con un  algo o un mucho de tristeza. Sólo miro y me dejo llevar con este río, paradójicamente, tan lleno de vida.

El tiempo, mi tiempo, hoy es Ganges, sin tacha, sin mancha, sin pecado, mientras amanece.  
 

 
 
 
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