sábado, 2 de abril de 2011

Sal y azahar




     Tras las primeras luces y enhebrado al último día de marzo llegó en medio del barullo infantil. Se acercó con paso seguro, sigiloso, delicado, con su porte elegante.
Ya está aquí, pensé, fiel a su cita. Y le di la bienvenida, serena, con una sonrisa.
Es ese aroma de meridiano mediterráneo que entra en mi cuerpo y se queda anclado día a día durante todo el mes de abril.

Me dispongo a retenerlo con tu luz amarilla que salpicará las horas, mi pulso y mi ánimo. Permaneceré envuelta y saturada de su néctar.
El cabello y la piel dejarán estela cuando me mueva.
Mis ansias de ti gotearán perfume y una lágrima de sal y azahar rodará por las comisuras de un deseo sin esperanza.

Tras una nueva derrota nocturna tomo un ramillete de amargo azahar y hago que la primavera inunde mi casa.


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