Dentro de quince días el aire se dulcificará y tomará con las calideces primaverales el perfume intenso del azahar.
Lo encontraré por las mañanas al salir de casa, cuando está cayendo la tarde y de vuelta al anochecer; y siempre, siempre cerraré los ojos para inundarme y perfumarme con su penetrante fragancia. ¡Ah, bendita tierra!
El azahar se adueña contundente del mes de abril. Lo toma como un amante. Vierte en él sus dulzuras. Lo acicala de aromas que van y vienen con la brisa ligera de la mañana, con el aire pesante del mediodía o con el vientecillo fresco del anochecer . Abril se deja poseer, radiante y confiado, abandonándose en sus brazos, mientras se deja adornar de blancura, brillantes verdes y miel.
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