miércoles, 15 de octubre de 2008

Había una vez...

“Voy a contar mi historia y no me preguntéis porqué elegí ser una princesa muerta, porque yo no lo sé. Ni siquiera sabía de mi condición. El destino y los dioses marcaron el camino.
Yo sólo abrí los ojos de repente y he aquí, que me encuentro en medio de las aguas: Ofelia, Isolda, Selma, Elisabeta… todas participan de mi naturaleza, todas son yo misma.
En la noche aparecen…
¿Y mi nombre…? No lo recuerdo


Había una vez una princesa que no sabía que era princesa…

No, no lo sabía. A fuerza de días, de estaciones, de sucesos, de caballeros... recordé. Sí, yo habitaba un cuento de hadas. Era mi morada un magnífico castillo en lo alto de la escarpada montaña. Hermosa, de largos cabellos y vestidos majestuosos, entre flores, dulce y tierna…desaparecí.

¿Quién me arrojó al río? ¿O fui yo la que se arrojó?
La respuesta duerme entre las brumas matinales que acuna la noche. ¡Encuéntrala caballero y preséntamela en ofrenda!


Y un día de primavera, cuando el torrente de vida anega la superficie de la tierra, por el más alejado sendero del reino, apareció un joven de limpio corazón buscando a la princesa de sus sueños…”


***