domingo, 5 de octubre de 2008

Sorolla



Arena y espuma,
luz y velas blancas;
cielo celeste y mar turquesa.
El Mediterráneo en mi orilla.
... Sorolla… ¿cómo supo captar esta luz tan mediterránea?
Sensibilidad, delicadeza y naturalidad para los que vivimos en esta tierra y no pertenecemos a la esfera de los dioses.
 Esa paleta de colores luminosos, ¡tan mía!, ¡tan intensamente mía!.
Desde mis primeros años penetró por mi retina, por mi piel y por mis sentidos y habita en las profundidades de mi ser.
 Esos colores que me equilibran, por la mirada, a los que habitan el Olimpo, salen cada estío a adornar mi cuerpo. .

Y el viento incipiente y otoñal hoy recorre la playa, buscando fragancias que dejó olvidadas entre las dunas.
Aromas de sal, de calima y humedad, de bochorno y calor.
De cuerpos tendidos al sol y baños en los mediodías y en los atardeceres.
De juegos y risas. De siluetas amándose bajo las estrellas del firmamento.
De frescas y eternas noches, donde la luna sale a cabalgar con atuendo inmortal, entre perfumes de jazmines y esencias de madreselva



Mediodía en la playa del Saler, al sur de Valencia. Hoy, dos horas al sol... ¡Qué bueno!




 
 
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