martes, 21 de septiembre de 2010

Huerta

A escasos metros de mi portal estoy en plena huerta. Salgo a recorrerla a pie o en bicicleta.

"Cuando el verano exhala los últimos estertores engañosos de que, esta estación mágica, pudiera llevar implícita la condición de inagotable, disfruto, como siempre de los campos con mil variedades de verduras granadas que esperan pacientes la mano que las arrebate de la tierra, de los campos anegados a punto de recibir la primera plantación del otoño, el perfil casi mágico con la última luz de la tarde de los agricultores pulverizando los cultivos, los barbechos descansando , los olores a tierra húmeda recién movida por la azada del labrador, las casas de labranza diseminadas entre los huertos, el olor de un azahar tardío prendido, incomprensiblemente, de unos cuántos árboles que no sé qué pacto habrán establecido con la tierra, el clima y los vientos para mantener como un baluarte esa floración, el azahar, que por defecto, eclosiona y muere en abril y mayo; los dondiegos amarillos, rojos, naranjas, fucsias, blancos, matizados... los pájaros cantan y el agua corre alegremente por las acequias.

Escucho la música del agua a la vera del camino. El mar desde los puentes está hermoso, radiante, tranquilo y sereno, las montañas azules al fondo.
 El estío hoy lucha por no terminar.

 Reminiscencias de vuelo…eso siento entre las tierras de regadío, entre los pajarillos que pían la despedida del verano y los frutos madurando; entre olores de anís, jazmín y tierra mojada.

En plena madurez, como este final de verano, plena, serena, satisfecha, agradecida, dorada y espléndida….soy una mujer en dulce espera"


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