martes, 27 de abril de 2010

Luz de atardecer

"No os invoco"

Castaño centenario
que nos acogiste en tu desnudez,
cueva prolífica
que regala siempre un instante de paz
a los corazones heridos,
discúlpame hoy, no es a ti.

Hidra del pedregal,
amenaza detenida en el tiempo,
contraluz mágico al atardecer
que es imposible no seguir viendo
mucho después de haber partido,
lo siento, hoy no eres tú.

Madre primigenia del bosque,
origen de la vida que has poblado
en verde emoción fértil
el pedregal orgulloso de rodeno,
perdóname hoy, no te llamo a ti.

Sabéis que os amo,
pero no es vuestra magia
la que quiero hoy.
Hoy exijo un imposible.
Esta noche necesito en mi ayuda
a ese dulce sol,
ya cansado, del atardecer.

!Oh sol de la tarde!
Tú la viste,
como una diosa de obscena plenitud,
con la espalda apoyada
en el muro de piedra.
Tú iluminabas su rostro,
con tu último aliento cálido,
cuando estaba tendida
junto a mí en el claro del bosque.

!Yo te invoco, oh sol!
!Que yo siempre vea en sus ojos
la mirada que comprende,
que ella vea siempre en los míos
la mirada que acompaña!
!Que cada instante a su lado siga siendo
esa fiesta agridulce y descreída,
el gozoso encuentro mágico que es hoy!

Yo te invoco a ti, !oh sol del atardecer!,
 para que tu magia renueve
 para siempre este imposible
que sucede
y me da vida.

de P. A.




***