domingo, 11 de julio de 2010

Carta a mi amigo

Nos vamos a India pero tú no vienes. Tienes entre manos otro viaje, más largo y sin vuelta.
Estás preparando tu equipaje, dejando tu casa y tus cosas arregladas y ordenadas. Has hablado ya con tus hijos, con tus hermanos. Las mujeres a tu alrededor lloramos en oscuros rincones e intentamos hacer desaparecer las lágrimas cuando nos inclinamos hacia ti para darte un beso y mirarte a esos ojos, cada vez más grandes y extrañamente amarillentos, que sabemos tuyos. Tú no quieres vernos tristes.

Yo no sé que más hacer por ti. Yo, ya no sé qué más hacer por mí.
Está siendo doloroso y a la vez absolutamente necesario  el acompañarte este  tiempo. Vuelvo contigo la mirada hacia nuestra juventud, ayudándote a dejarnos un último presente. A ratitos te acompaño algún tramo de descendimiento hacia tu final, hacia tu muerte. Sí, tu muerte. Hay que hablar así, con valentía y entereza, mirándole la cara a la que te arrebata, a la que se sabe va a ganar la batalla. Como estás haciendo tú estos días.

Pero queda lo peor, la última etapa.
Con todo mi ser  encogido y como en un susurro me atrevo a sugerir que...
... no te mueras cuando esté allí donde habíamos proyectado ir juntos, por favor.
Espera que llegue para darte lo que me has pedido. Y para despedirme, y para darnos una última mirada, un último apretón, un último beso que encierre cuánto te estimo, antes de guardarte en mi alma para siempre... pero ¡por Dios! que este freno a la muerte no sea a costa de tu sufrimiento.

"...corto e indoloro"

Y siempre tu sonrisa, y siempre tu buen humor, y siempre tu agradable compañía y siempre tu dulzura, y siempre tú.

***